¡Gracias Profesor Rural!!!

Aunque las estadísticas, números, datos del Simce y otros muestran realidades preocupantes en la educación rural, a la vez debo reconocer algunos avances que me parece bueno colocar en la mesa de este diálogo pedagógico.

Hace algunos años atrás cuando comenzábamos en la Sede Villarrica los Postítulo en Educación Rural, nos topábamos con realidades muy duras y difíciles en el trabajo de la gran mayoría de los profesores. Era común ver el esfuerzo que realizaban en sus respectivas localidades, el amor por sus chiquillos que los llevaba a situaciones de entrega a veces hasta casi increíbles.

El comentario de Carlos que bajaba el viernes a mediodía de los cerros donde estaba "su Escuela" (¿Escuela?) a estar con su familia durante el fin de semana. Volvía el lunes en la mañana temprano y con el cuidado de no encontrarse con algún puma. Los zapatos se pasaban de agua con la lluvia o peor aun con la nieve. Estaba toda la semana encerrado en un "departamento" (si pudiese haberse llamado así...) al lado de la Escuela. "Lo peor profesor, me decía, era cuando me quedaba solo... sin nadie... mirando los cerros, la lluvia o la nieve. Lo más difícil: cuando estaba enfermo y tenía que ir de noche al "baño", una letrina que distaba unos metros de la Escuela".

Otro profesor, Arturo que trabajaba en una isla de Chiloé, comentaba que el día que llegó fue el peor de su vida. Se acostó sin luz y en la noche los ratones saltaban encima de él, el pánico fue grande pero aprendió a sobrevivir para trabajar por sus niños. Para llegar a la escuela había que caminar, andar a caballo y cruzar en bote...

Y así podría contar una gran cantidad de historias verdaderas de estos profesores rurales que han hecho patria por tantos años con nuestros niños y niñas de nuestro país. Niños descalzos que caminaban horas para llegar a estudiar, niños que bajando por la ladera del rio Pucura a su escuela desaparecieron. Sus profesores y compañeros los encontraron muchos metros más abajo entre las piedras.

¿A qué viene esto? Que el miércoles pasado tuve de nuevo la oportunidad de conversar con un profesor mapuche que tiene alrededor de 35 años y me comentaba de sus primeros tiempos de profesor: "El domingo en la noche llegaba a una Hostería donde me daban alojamiento, al día siguiente cruzaba en lancha, para llegar caminando a la escuela, pero hoy es otra cosa "hasta hay caminos". Los niños llegan con zapatos y tenemos libros".

Conversamos largo, de su realidad personal y también profesional; de sus alegrías y cansancios como profesor; de sus ganas de seguir creciendo como docente y las limitaciones que tiene para ello; de lo que se ha avanzado y de lo que queda por hacer; de las luchas y desánimos personales y profesionales...

Es bueno colocar en la balanza, junto a todo lo que queda por hacer, todo aquello en lo cual se ha crecido, se ha evolucionado. Un país sin historia, es difícil que crezca sano y seguro. Son muchos los profesores rurales y urbanos que han dado mucho de sí por niños que sin ellos no habrían podido dar un paso más seguro. En veinte años se han creado caminos de acceso a las escuelas, se han creado Bibliotecas escolares, se han realizado pasantías por medio de las cuales muchos profesores han podido estar en realidades que jamás se soñaron, etcétera.

Por eso que cuando revisemos la LGE, también se hace necesario que tomemos en cuenta la opinión de estos profesores que tanto han hecho por nuestro país.

¡Gracias profesor rural!