viernes, marzo 09, 2012

Malén y su futuro escolar II

Han sido interesantes los comentarios recogidos a raíz de lo escrito en relación a Malén, Ayïn y Diego.

Se pregunta cuál podrá ser su futuro, qué pienso yo en relación a métodos que ayuden a vivir mejor con su cultura, qué podría hacer la escuela al respecto, etcétera.

La mejor respuesta está en sus padres y tía, en tantas y tantos Mapuche, Huilliche, Pehuenche, que viven insertos en una comunidad en la cual se nutren diariamente de esa realidad cultural en la cual son y se sienten parte importante de ella. Padres y tía que tienen una profunda valoración por su cultura y que lo expresan también en el medio en que se desenvuelven. Una primera idea, por lo tanto, es reforzar fuertemente la realidad familiar y comunitaria de estos niños, que ya se nutren de su habla y forma de vivir, del orgullo de su identidad y a la vez comparten esa otra cultura que también los envuelve.

Sí, reforzar mucho el amor por lo suyo, la belleza de su poesía, las formas que tienen para mirar la vida, la fuerza interior por ir más allá, la paciencia que da un recorrido ancestral en que la naturaleza enseña que la vida tiene ciclos y hay que estar muy acorde a ella. Quererla, no idolatrarla, ayudarla a que dé muchos más alimento para los suyos, sin tener la urgencia compulsiva del “acaparar” ya que ella debe cubrir nuestras necesidades y las de la comunidad.

Que existan políticas educacionales, de salud, agrarias, económicas, turismo, que sean propias de la zona y cuyas evaluaciones contemplen sus realidades. Como decía en el artículo en referencia, Malén ya lee sus primeras textos tanto en Mapudungun como en Castellano, porque ha tenido un entorno que le ha posibilitado esa realidad, le ha otorgado el ansia de aprender más allá que otros niños de su misma realidad. Por lo tanto, lo que necesita todo niño y niña, es un ambiente familiar y comunitario que le impulse a ir más allá de lo que realmente se puede.

Leyendo unas planificaciones de Cuba, me encontré con algo muy interesante. En el guión de planificación estaban contempladas las actividades y/o acciones de los tres integrantes del proceso educativo: Alumnos, Profesor y Padres (o familia).

Y es aquí donde hay una gran pista, ya que nuestra realidad escolar y proceso de aprendizaje solo se entiende como algo que pasa “en” la Escuela o Liceo, y no como algo que de una u otra forma es también responsabilidad de lo que la familia realiza. El niño y niña, ya tienen y continúan con la fuerza de lo que aprenden día a día en su hogar. La familia, no es el momento donde los alumnos “hacen las tareas” que se les envía del colegio, sino que todos deberían ser parte del proceso de aprendizaje del niño o niña.

Tenemos hoy una realidad escindida entre Escuela, Familia y Sociedad y esto no ayuda a una visión orgánica de la educación y los procesos pedagógicos. Muchas veces la Escuela trabaja de espalda a la realidad de cada niño. ¿Cómo sería el recoger toda la experiencia de aprendizaje que ya trae Malén? Que ella comparta la riqueza que tiene de lo que ha vivido a diario con los animales, la cosecha, el rio, etcétera. Los niños y las personas traemos todos una historia que compartir, incluso los profesores y profesoras. Desgraciadamente tenemos muchas veces una realidad educacional “higiénica” que no se introduce en la realidad de las personas. No hablo de intrusear realidades personales, sino del gran y rico intercambio de sueños, realidades, intereses.

Por eso, me llamó tanto la atención esta forma que vi de planificación en Cuba, en la cual considera un efectivo tomar en cuenta a la familia en este proceso de aprendizaje de los niños y niñas, y el profesor es a la vez una gran mediador e incentivador de esta realidad.

Hasta ahora, en nuestras Escuelas los apoderados son vistos generalmente como aquellos que van a supervisar lo que sucede en la sala de clases, mas no son parte relevante del desarrollo de los aprendizajes de sus hijos. ¡Cuánta sabiduría perdida!!

Hace años atrás, trabajando con profesores rurales, uno de ellos tomó como gran proyecto el tener bancos en sus salas de clases. Sí, tenían cajones como bancos y pupitres. Y un apoderado, que no sabía leer ni escribir se fue a una localidad vecina, para que un maestro carpintero le enseñara a hacer estos apreciados mobiliarios. Él, en conjunto con el profesor, organizaron la comunidad y al poco tiempo pudieron estar orgullosos de lo realizado. Era ahora “su Escuela” , la de ellos y no solo la del profesor.

La realidad educacional, es una tarea en que cada uno tiene una gran responsabilidad y no puede dejar de lado la familia y la comunidad, en este caso la de Malén, Ayïn y Diego.