martes, mayo 01, 2007

El Notre Dame y las progresiones o papeletas

He estado leyendo un texto muy interesante sobre los valores,"Desarrollo de los valores en las instituciones educativas", de Itziar Elexpuru y Concepción Medrano (ya se imaginarán de dónde son...). Uno de los aspectos centrales, de lo que he leído, es la importancia de la "vivencia" de ellos en primer lugar por los docentes, mas que tenerlos como parte de un contenido actitudinal específico.

Cada vez que recuerdo mi paso por el Notre, este era un aspecto al cual se le daba mucha importancia. Tanto en los escritos del P. Roberto Polain, como de los comentarios de sus anécdotas, resaltaba su constante lucha porque cada cosa hablara de ellos y no tan sólo el discurso de los valores. Es ahí donde estriba su anhelo de la vivencia Scout, buscando vivir los valores de la confianza, la lealtad, la libertad, el creer en lo bueno del otro. Sí, creyendo en la persona que se equivoca, pero ante el error claridad y reparación.

Cada vez que releo algunos comentarios que quedaron en mi computador, de papeletas (o progresiones) que escribí y que después Germán Aburto o Miguel Ortega entregaban, veo la importancia que ellas tenían.

Muchas veces partía por una autoevaluación que cada alumno se hacía, y no tan solo de su comportamiento en el colegio, también de cómo había estado en su casa y con sus amigos. ¡Era toda su vida! Aquí ya hay un concepto (como diría Trini) muy relevante: el alumno es una persona completa y no "pertenece" a tal o cual Proyecto Educativo sólo cuando está en el colegio, lo asume en toda su vida. No soy cristiano cuando estoy en la Iglesia (como templo) o en alguna reunión eclesial, es mi vida la que asume ese determinado proyecto.

¡Cuántas veces salían faltas hacia los papás y que tenían que ver con la confianza, la lealtad, etcétera!! Esas autoevaluaciones eran realmente hermosas y llenas de "valor", porque también venía el qué papeleta se autoasignaba por todo ello.

Dorada era excelente; Rosada, muy bien; Azul, bien; Amarilla, regular; Verde, deficiente; Negra, mala. Esta última estaba reservada sólo para situaciones de extrema gravedad, como copiar en una prueba, porque se había faltado a la confianza y a la lealtad. No porque lo hubiesen pillado, ¡NO!, era porque se había faltado a algo muy importante. Y ahí estaba el consejo de Germán: ¡Hay que hacer Show!. Había que golpear la mesa (eran todos alumnos hombres), hacer silencios, agachar la cabeza, poner cara de dolor. Más que razones, se entiende por la emoción fundada en razones. Se enviaba carta a la casa y se partía a reflexión con preguntas muy bien elaboradas para que pensara bien y buscara el salto a lo positivo. A la vuelta, tenía una conversación con el Rector con su carta de reflexión.

Esas conversaciones iban a lo profundo, a lo personal. Más que hablar de valores, había que vivirlos.

Después de tener las autoevaluaciones y viendo lo vivido en la quincena, nos reuníamos los miércoles para conversar sobre cada curso. Un miércoles por Ciclo. Cada Profesor Jefe, comentaba la papeleta (o progresión) para cada alumno, el resto de los profesores opinaba y se sacaba un resultado. "LLegó una vez atrasado, pero tú sabes que no depende de él, no lo tomes en cuenta"; "Lleva ya tres Doradas, es bueno que se esfuerce más en la tolerancia hacia sus compañeros, bájalo a Rosada"; "Tercera Azul, ponle que basta de mediocridad y por eso Amarilla"; "Yo lo he visto en los recreos ayudando a los más pequeños, y eso hay que destacarlo"; y así nos fijábamos en cada uno. Terminábamos tarde y había que irse a la casa a escribir los textos para cada uno, con lo cual terminábamos muyyyy tarde.

A la mañana siguiente, se las dejábamos en el escritorio a Germán o a Miguel (quien lo sucedió), fijábamos una hora y llegaban a entregar uno a uno su papeleta. Las Doradas se aplaudían, y así el Rector conocía a cada uno y sabía qué estaba pasando con él (en general, porque siempre hay un ámbito íntimo).

Cada alumno la llevaba a su casa y los papás escribían sus comentarios. Finalmente cada alumno colocaba en qué se comprometía a progresar. Cierto que muchas veces no se hacían con toda las ganas que uno hubiese querido (tanto a nivel de profesores, papás y alumnos), mas en general era realmente una actividad que recuerdo con mayor potencia en la formación valórica.

Como dice el texto de Mafalda, cada uno se hacía verdaderamente "responsable de sí mismo".

P.S.: Itziar, viene invitada por la Sede Villarrica de la PUC la semana del 14 al 20 de Mayo. El estará el lunes 14 de Mayo, en la Pontificia Universidad Católica en Santiago dando algunas charlas sobre este tema de los valores. El martes parte a la Sede Villarrica de la PUC, donde estará el resto de la semana.